24 mar 2010

El mosquito enamorado

Hubo una vez una casa. La casa estaba pintada de verde, como el bosque que la rodeaba. En la casa había un rincón al que el sol nunca penetraba. Aquel rincón permanecia en una penumbra eterna. Escondido en él estaba el esqueleto de lo que un día fue un hombre. Dentro de aquel amasijo de huesos una araña afanosa construyo su casa, telaraña de arquitectura imposible. Cada día la solitaria y triste araña esperaba paciente a que algun insecto volador cayese en su trampa. Pero, por desgracia, dentro de aquella casa verde como el bosque sólo ella habitaba.

Un día un mosquito se colo en la vivienda por la rendija de una de las ventanas. Mientras volaba jugueton, diviso en el rincón oscuro el esqueleto y dentro de él a la pequeña araña. Inquieta, como de costumbre, seguía dibujando en el aire nuevos caminos con el fino hilo que ella misma elaboraba. No se sabe como, pero el pequeño volador cayo enamorado de la pequeña dama. El mosquito -poeta frustrado- descubrio que cuando miraba a su amada, su mente comenzaba a tejer palabra a palabra lo que su pequeñito corazón palpitaba. Escribió uno a uno los poemas inspirados en su musa y diosa, bella y eterna arañita solitaria; y en la noche, mientras su dama soñaba, arrojo las hojas de papel a la gran telaraña. Por la mañana, cuando la araña desperto y descubrio los cientos de poemas se enamoro de aquella caligrafia vigorosa, del amor de su amante desconocido y después de tanto tiempo, su olvidada sonrisa volvio a renacer en su cara.

El mosquito viendo la reacción de su arañita soñada decidio confesar sus sentimientos. Se poso en el centro de la telaraña esperando con su último poema en una de sus pequeñas patas. La araña detecto su presencia y se avalanzo sobre él, cual feroz depredador sobre su presa. Antes de que él mosquito pudiese decirle que era él quien la amaba en la distancia, la araña le había dado muerte y degustaba su carne enamorada. Safistecha, dejo solamente una pata del insecto al que había dado caza. Esta agarraba con fuerza un hoja de papel arrugada. La arañita se acerco y reconocio al momento la caligrafia de aquellos versos. Ultimos besos entintados de poeta enamorado.

"Lo mejor que hizo Dios fue crear tu sonrisa tibia y dulce.
Recrean tus labios el universo en un gesto magico.
Rincón donde aguardan pacientes las palabras al poeta.
Rio lento y sedoso de sueños claros.
Mi amor, no es mio, pues está dentro de ti por siempre.
Mi pequeña arañita solitaria".



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*Esta pequeña historia fue escrita hace unos años, pero me apetecio publicarla aquí

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