23 abr 2010

Marruecos (Marrakech)


Tras 10 horas en el tren llegamos a Marrakech. Nuestro primer objetivo era encontrar alojamiento para esa noche. Nos dirigimos a la Medina, pues nos habían comentado que allí había hospedaje en concordancia con nuestra categoría, es decir, estudiantes con muy poco presupuesto.

Estación de tren de Marrakech

La estación de  tren estaba algo lejos del centro, pero como la mejor forma de conocer una ciudad es caminar por ella, decidimos desgastar las suelas de los zapatillas para  llegar a nuestro destino. El primer contacto con Marrakech me mostró unas avenidas muy europeizadas, tanto que mi acompañante se acercó al escaparate de una de ellas para saber si había mucha diferencia en el precio de allí y de España. 

En el último tramo antes de llegar a la Medina conocimos al que sería nuestro acompañante durante nuestra estancia en Marrakech. Se llamaba a sí mismo Marco Polo, según nos dijo porque del mismo modo que el explorador venenciano conoció miles de lugares, él decía conocer todo Marruecos. 

Carruaje en Marrakech
El chico no tenía más de trece años y era increíble. Parecía conocer a todo el mundo y se desenvolvía con bastante desenvoltura en 6 idiomas, uno de ellos para mi sorpresa el japonés. Insistiendole un poco nos confesó su verdadero nombre: Murat. Era de Fez, aunque vivía en Marrakech. Conocía mil historia de la ciudad y de Marruecos, así como multiples bromas sobre españoles o ciudades españolas. Desde el primer momento supe que era uno de esos guías no oficiales de los que te "alertan" todas las guías de viajeros, pero tenía tanto encanto y te reías tanto con él que fue imposible decirle que se marchará. Nos llevo a la Medina e insistió en llevarnos a un hotel bueno y bonito, pero le repetimos tanto que no teníamos presupuesto que al final nos tomo en serio y nos llevó a uno menos bueno y menos bonito, pero muy económico.

Vista de la mezquita Kutubia desde Jamaa el Fna

Tras conseguir nuestro primer objetivo, accedimos a pagarle algo de dinero a Murat para que nos diera una vuelta por el zoco. En realidad, hubiese sido fácil dar el mismo paseo por nosotras mismas pero nos hubiesemos perdido todos los comentarios de nuestro pequeño amigo. Tras el paseo nos despedimos de  Marco Polo  y estuvimos un rato observando todos los puesto de la plaza de Jamaa el Fna, las serpientes, los monos y demás fauna animal que se exhibia allí. Desde la famosa plaza se ve a lo lejos la mezquita Kutubia, cuyo minarete está inspirado en la Giralda de Sevilla por lo que es fácil sentirse como en casa. 

Minarete de la mezquita Kutubia

Marruecos tiene muchas ventajas, además de ser un país precioso la comida es muy barata. Puedes comer por 3 euros un plato riquisimo. Yo que con los años me he ido volviendo alergica a toda carne que no sea el pollo, me harte de comerlo en sus diferentes vertientes:  con cus-cus, tajine, etc. Mi acompañante andaluza no paraba de repetir que todo estaba riquisimo, sobre todo el pan que a diferencia del que venden en Madrid es pan de verdad y no chicle.

Teatro Real

Por la tarde estuvimos en la Menara. El camino de ida lo hicimos a pie, el de vuelta en taxi pues los pies no daban más de si. El lugar era precioso, pero para mi desgracia estaba lleno de olivos. Si hacemos la suma de olivos y primavera para una alérgica es la peor noticia del mundo.  El rato que estuvimos allí, además del contemplar un rato las aguas calmas del estanque, también estuvimos viendo una exposición realizada por diferentes colegios sobre productos ecológicos.

 La Menara
 Exposición en La Menara

De vuelta a la Medina nos fuimos al hostal para descansar un rato. Tras la breve parada nos fuimos a cenar y a ver la vida en Jamaa el Fna por la noche. La plaza se transforma completamente cuando cae el sol. Múltiples puestos de comida se instalan para dar de comer a decenas de personas. También el sonido ambiente cambia. Las notas de los instrumentos arrancadas por las manos de los músicos surcan el aire envolviendote por completo. La ilumación convierte el lugar en una especie de sueño o en parte de alguno de los cuentos de Las mil y una noches. Después del paseo nocturno y tras el cansancio de todo el día nos marchamos a dormir, y en el camino de vuelta al hostal comenzamos a  pensar en nuestro siguiente destino: Casablanca.



2 comentarios:

Happy_Hobbit dijo...

¡Que chulas las fotos!!! Y por lo que leo, el viaje genial, ¿no?
¡Envidia (sana) me dais! XD
Siento que estoy desperdiciando mi vida viendo todos los sitios en los que has estado y todas las cosas que has visto...
CARPE DIEM!
Besicos!

Sert Taş dijo...

Hola!
Seguro que tu un día también puedes ver estos lugares tan maravilloso!!

Un abrazo!