22 abr 2010

Marruecos (Tánger)

 La suerte en la vida por lo general se busca, pero en algunas ocasiones llega sola y sin ser esperada. La nuestra llegó para ayudar a mi acompañante en este viaje a cargar las dos maletas  en la cola de embarque mientras yo intentaba cambiar algo de dinero antes de partir para Marruecos.

Calle en Tánger
Anuncio en edicifio

 Guardería Tánger

Estuvimos durante todo el vuelo conversando con Said sobre la situación en el país y sobre los estereotipos que se suelen mostrar en los medios de comunicación sobre los países de mayoría musulmana, en los cuales no se percibe ni el más minimo atisbo de la vasta cultura que todos esos lugares atesoran. 
En el aeropuerto de Tánger esperaba Pedro, amigo de Said y albaceteño como yo. Se ofrecieron a llevarnos al centro de la ciudad y además nos invitaron a comer en La casa de las mujeres, un restaurante-asociación llevado por mujeres y subvencionado por España. Mientras degustamos un esquisito cus-cus acompañado de té con hierbabuena, Said nos comentaba las estrategias comerciales que estaban llevando a cabo algunas constructoras e inmobiliarias españolas en el país. Estas consistian fundamentalmente en estafar a la gente, vendiendo pisos que nunca se construían y largandose con el dinero que los compradores había dado de entrada. También hablamos sobre un artículo escrito por Almudena Ariza sobre las playas de Tanger. Según Pedro, la periodista de TVE había deformado totalmente la realidad, mostrando única y exclusivamente una parte pequeñisima de la playa, intentando así ahuyentar a posibles futuros turistas.


Después de la opulenta comida nos despedimos de nuestros anfitriones y nos fuimos a pasear por la Medina. Es fácil encontrar a alguien, ya sea una anciano en el parque o un niño que sale del colegio, que te de indicaciones en perfecto español sobre como llegar a tu destino. Callejeando dimos con un mirador fabuloso desde el que se divisaba la grandiosidad del mar  vislumbrandose al fondo la costa española. No pude evitar pensar que eran esas aguas las que robaban tantas vidas en busca de un sueño, que en cierta forma tenía ante mi un cementrio de aguas profundas.


Tras descansar un rato volvimos de nuevo a adentrarnos en aquella maraña de calles que parecían un auténtico laberinto. Me gusta pasear entre esas pequeñas tiendas que parecen abarrotadas de objetos, me maravillo al observar como se aprovecha cada pequeño espacio para colocar cualquier mercancía que pueda ser objeto de venta, lo que quiza me guste menos es la insistencia de los vendedores para que compres sus productos, aunque supongo que como no se pueden pagar grandes campañas publicitarias tienen que promocionarse de esta forma.

A media tarde decidimos marcharnos para la estación de tren para comprar el billete que esa noche nos llevaría a Marrakech. Para nuestra mala suerte, la guía que habíamos consultado estaba un poco desfasada y los billetes fueron algo más caros de los previsto por lo que nuestro presupuesto, ya pequeño de por si, menguo más de lo que esperabamos. Como todavía quedaban un par de horas hasta la partida de nuestro tren y la estación estaba muy cerca de la playa nos fuimos a lado del paseo maritimo para contemplar el movimiento de la gente a esa hora de la tarde.

2 comentarios:

Multe dijo...

¡¡Isabel!! me alegro de que el viaje empezara tan bien. Aún me queda por saber el final, pero espero que me lo cuentes pronto... a ver si hablamos, perraca! por cierto, es un poco incómodo leer el blanco sobre el azul, la vista se cansa mucho... así q si puedes cambia los colores, porfiii!!! pasadlo bien por santiago, besotes.

Sert Taş dijo...

¡María! Ya seguire contando lo que ocurrio el resto de los días :D a ver si saco algo de tiempo.
¿Te parece bien el cambio de formato en el blog? ¿cuesta menos leerlo?

Te mandaremos postal desde Santiago, aunque no te haga ilusión :P

bss