20 abr 2009

Sofia



Llegue sobre la una y media de la tarde (más de 2 horas de retraso), despues de haber compartido vagon de tren durante más de 15 horas con dos serbias que superaban con creces el medio siglo de edad y que no tenían ni idea de ingles. Continuamente me hablaban en serbio, pero por desgracia mi dominio de ese idioma es nulo, por lo que mi respuesta en todo momento fueron medias sonrisas.



Al bajarme del tren ya sabía que había perdido el otro que me debía llevar a Belgrado y luego a Budapest. Había más gente en mi situación por lo que hicimos piña y fuimos a reclamar a las oficinas de la estacion. La respuesta que obtuvimos fue poco halagüeña. El siguiente tren para Budapest salía a la mañana siguiente, por lo que sin haberlo planeado me toco quedarme un día entero en Bulgaria.

Los primeros pasos que di en la capital bulgara senti que la ciudad estaba esputando tristeza sobre mi alma. Parecia como si todo estuviera cubierto de una capa de polvo, de polvo pesado, cansado incluso de existir como tal. Posiblemente en esta sensacion influyo el largo viaje en tren desde Estambul, el enfado por haber perdido el siguiente tren a Belgrado y el cielo grisaceo que cubria las calles.






Sin mapa ninguno y teniendo como punto de referencia el albergue donde iba a pasar la noche, aquellas horas antes de que se pusiera el sol las dedique a andar siguiendo las vías de los tranvias -la gran mayoria increiblemente coloridos, algunos de ellos gracias a originales Graffiti- por las calles principales. En la misma acera contrastaban los edificios parcialmente desconchados con las tiendas mas de moda en los bajos. Pero lo que capto mi atencion sobremanera fue la cantidad abrumadora de casinos, practicamente en toda avenida habia uno: a lo griego, egipcio o solo con grandes carteles luminosos, pero alli estaban inundando la ciudad.




Despues de echar algo en el estomago y ver que las fuerzas no daban para mas me fui a dormir. Como si el sueño fuese milagroso, el segundo dia aquella primera percepcion dio un pequeño vuelco. Descubri que en Sofia, a pesar de ese barniz de tristeza, si se buscaba un poco se encontraban lugares preciosos. Habia en sus calles una mezcolanza de culturas curiosa e interesante. Mezquitas, sinagogas e iglesias rusas habitaban sobre el mismo suelo, como piezas de un puzzle perfecto.


Iglesia Rusa

Mezquita Byuyuk



Cerca de la imponente catedral Alexander Nevski se amontonaban los puestecillos hippies donde podias encontrar de todo un poco y en los que los euros eran recibidos con mas alegria que la moneda local. Alli me enamore de uno de esos relojes antiguos de bolsillo. Una preciosidad por la que me pidieron 120 euros y que se quedo en tierras bulgaras porque mi economia no da para tanto. Me conforme con comprar un PIN que conmemoraba algun tipo de encuentro turco-bulgaro en los años 70 que me costó 1 Lev. Y tan contenta.

Catedral Alexander Nevski



A las 11 tome rumbo a la estación para coger el tren que me habría de llevar a Belgrado y más tarde a Budapest... pero eso lo contare otro día...

3 comentarios:

Nube Negra dijo...

:O

No hay mal que por bien no venga. El perder ese tren te fastidio los planes del resto del viaje, pero te dio la oportunidad de conocer esa ciudad ;)

Sigue contanto más!!!

Besazos!!

ENRIC dijo...

Merhaba camarada,

Y es que eres muy arriesgada ¿eh?... que los trenes tiene eso, que uno se retrasa y te jode el plan para largo !!!

Pero bueno, así has conocido Sofía, que parece una ciudad bien interesante... si que tiene ese toque decadente y triste del este profundo. Yo tuve esa sensación la primera vez que entré en Eslovaquia conduciendo el que era mi Ford Fiesta. De repente, y llegando de Chequia , más rica y menos industrializada, me pareció haber entrado en un país "peligroso" y sucio. Pero con el paso de las horas, al tomar la primera cerveza en un bar de carretera y deglutir una de esas salchichas (¿de perro?) la vida cambió de color y ese humo gris de las chimeneas, el rugido de los camiones apartándome hacia el arcén y esos cambios de rasante "criminales" comenzaron a parecerme divertidos... ¡joder! ahora ya me gustaba Eslovaquia, ya me sentía cómodo otra vez...
Después, poco a poco, le vas encontrando cosas extraordinarias a todos los lugares (o casi todos) y el viaje para a ser "El viaje", la experiencia, el fluir de la vida y el dolor de costillar... también...

Mira, Sofía es una ciudad que quiero visitar antes de que me piquen para hamburguesas... Es una cultura que me fascina desde hace años, y su música me encanta (no en vano uno de mis músicos preferidos es el kavalista Theodosii Spassov(en mi blog tienes un cutre/post dedicado a él).
Te digo, tus fotos han acrecentado mis ganas de hacer ese viaje... a ver si pasa esta maldita crisis y podemos volver a viajar un poco...

Que un abrazo fuerte y
hasta la victoria, siempre camarada !!

P.S. Espero con ganas la continuación del periplo !

Sert Taş dijo...

Merhaba!!

Te recomiendo visitarla, sera una experiencia cuanto menos interesante. Yo me quede con ganas de ver Belgrado, supongo que la proxima vez.

La continuacion (que sera Budapest) cuando se pueda, ahora estoy inmersa en cultura turco-kurdo-alemana!!

Un saludo camarada!